13 de mayo de 2009

UNA HISTORIA DE GATOS

Hace 1 año, que comenzó esta historia.

En el jardín de mi casa apareció una gata sucia, escuálida, huraña y muy asustadiza. Más que asustadiza, creo que no le gustaban los humanos. Pero indudablemente algo andaba buscando.
Se sentaba al fondo del jardín como esperando. Yo ya llevaba un tiempo sin animales en casa, mi perra hacía unos meses que se había muerto, y me pareció un mal momento, pero no me pude resistir y me acerqué con pienso que aún me quedaba de mi perra. Salió huyendo

¡bueno pues peor para ti!

Pero al poco tiempo de nuevo al fondo del jardín.

Pensé…. Le dejaré el pienso y me iré. Dio resultado, volvió y comió.

Yo la vigilaba de lejos y me di cuenta que para su delgadez tenía la barriga muy gorda y me temía lo peor… “estaba preñada”.

Me perdí, ¿cómo soluciono esto?, lo único que podía hacer era seguir alimentándola y tratar de conquistarla, ya lo decidiría.

Le compré un pienso especial para su estado, cada 2 o 3 días le acercaba la comida un metro, hacía la casa, yo por supuesto tenía que desaparecer, pues de lo contrario no venía a comer.

Me costó 1 mes conseguir dejar el plato en la misma puerta de la casa, y otro mes conseguir estar delante de ella mientras comía.

Conseguido esto, pase al segundo plan.

Colocaré en un sitio tranquilo y seguro del jardín una caja con trapos para que de a luz aquí, la dejaré un tiempo que amamante a sus gatitos y los llevaré a la protectora para que los adopten. Con ella ya veré que hago.

Nos fuimos de viaje unos días, cuando volví ya no tenía la barriga, había parido, pero los gatitos no estaban. Decidió buscar un sitio más seguro.

Ella venía unas 3 o 4 veces al día a comer e inmediatamente saltando, o mejor volando de un tejado a otro, se perdía.

Cuando calculé que los gatitos podían estar ya destetado y suponiendo que ya no aparecerían, decidí llevarla al veterinario para esterilizarla, era lo mejor que podía hacer por ella, y en una de sus venidas para comer, conseguí meterla en un transportín y al veterinario.
El veterinario me dijo que a los 2 meses después de parir ya están de nuevo con el celo. Quería evitar que la historia se repitiera y sobre todo no colaborar a la repoblación de gatos callejeros.

Aunque mis planes no salieron, casi me alegré, ¡bueno mejor, me ahorro complicaciones!
Pero no, los planes los tenía la gata, ella decidía, ella sabía lo que tenía que hacer.
A los 2 meses justo, apareció en casa con un gatito detrás de ella, el blanco y negro, un macho.
Tenía heridas por todo el cuerpo, se las hizo en sus idas y venidas por los tejados, el día que la operé se las curo el veterinario

Las cábalas que hice fueron : ¿solo ha tenido uno? ¿Se habrán muerto los otros? ¿Se los habrá llevado alguien? Me resistía a pensar que hubiera tenido solo un gatito, pero la incógnita siguió durante 10 días más. A los 10 días aparece con el segundo, “el negrito” otro macho.

Creí que esto continuaría, que se los traería poco a poco, ella tendría sus planes.
Pero no llegaron más gatitos, se quedó aquí, solo dos.

Yo seguía con la idea de llevarme a los tres, cuando pasara un tiempo y dejaran de mamar, a la Protectora, pero me fue muy difícil, los tres se quedaron en casa.

Ella sabía que había elegido un buen hogar.

Y se merecia un premio por ser una buena madre

Juan les puso nombre: la madre Aramis, el negro Athos, el pequeñin Porthos


Ya ha pasado un año

ATHOS

PORTHOS

LA MAMA, que no ha vuelto a pisar la calle.

Ellos están en el paraiso, no conocen la calle y pensarán que no existe otro mundo.




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